"La continua hostilidad de las metrópolis de hoy nos muestra que no podemos seguir entendiendo el colonialismo como un suceso que ocurrió de una vez por todas, como un "hecho" depositado en los anaqueles de la Historia, sino como una progresión continua de explotación y dominación que requiere un ordenamiento aún más permanente de los espacios-tiempos para seguir colonizándolo todo, desde las capas tectónicas más profundas hasta las regiones atmosféricas más distantes (Consejo Nocturno, 2018)
(Fragmento de Un habitar más fuerte que la metrópoli)
Ejercicio:
Construye un refugio, un espacio dentro de tu casa con los materiales que tengas disponibles en el que puedas sentirte libre, cómodx y tranquilx.
Constrùyelo y procura estar presente, observar qué sensaciones detona, qué te lleva a imaginar, si es estático o puede modificarse, si le hace falta algo, si puedes transitarlo...
Una vez hecho reflexiona: ¿cómo yo habito los espacios? ¿qué tipo de espacios elijo? ¿con qué materiales? ¿qué cualidades tiene?
.....
¿Cómo construir formas de resistencia frente a la expansión de la metrópoli?
Vivo en una ciudad con constantes estímulos, estados de alerta, tránsitos veloces, palpitares que parecen tener aprisionados nuestros cuerpos, nuestras formas de habitar los espacios, que condicionan la organización física y simbólica de los lugares.
Me niego aceptar que nos consume y nos entregamos a su ritmo colonizador. Prefiero convencerme de que hay formas de construir, no sólo resistencia, sino de transformarlos. Formas de apropiarnos de ellos y darles sentido.
Pensando en ello tomé la sábana de mi cama y me fui a mi rincón favorito de la casa, ese que tiene mucha luz, con una ventana en la que me saluda el árbol vecino. Ahí empecé a jugar con la suavidad del trozo de tela, a sentir sus ondulaciones, su adaptabilidad, su tamaño, su color, su volatidad.
Me hizo pensar que la idea de refugio ayuda a encontrarse, a contenerse pero que no se puede quedar inmóvil, tiene que acompañarme, confundirse con mi piel, quedarse impregnado en mi cuerpo para poder salir ....
Para sentir que puedo recurrir a ese espacio de apropiación kinesférica aunque esté en la calle, para extenderla hacia todas direcciones. Escuchar mi latido, sentir mi respiración, reconocer la luz que leen mis ojos. Porque el primer paso de esas formas de resistencia que ahora imagino es recordar la posibilidad de habitarse así mismxs, expandidxs, plenxs ...
Yo elijo un refugio que me abrace, que se mueva conmigo y se confunda con mi piel.
Un refugio flexible, un espacio para dudar, que me cambie la forma, que me exponga y me contenga. Un refugio móvil que me enseñe a habitar.
Un refugio flexible, un espacio para dudar, que me cambie la forma, que me exponga y me contenga. Un refugio móvil que me enseñe a habitar.
Ana N.
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