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Aprender a desaprender


El aprendizaje  ha sido  un tema   estudiado a profundidad,  desde hace muchos años. Esto  lo demuestran  los  textos  de Quintiliano, San Agustín,  Santo Tomás de Aquino, Comenio, Pestalozzi, Vigotsky, Freire y  una serie  extensa  de   educadores, teólogos  y psicólogos que  se han  interesado  en  identificar los mejores  medios  y  metodologías (según la época)  para  realizar  el  acto  educativo. 

En este proceso de investigación  y descubrimientos   del ámbito educativo  se  ha  evolucionado  de comprender  que la  educación es un acto  de  transmisión de conocimientos hasta  aceptar  que la educación  debe   provocar  la generación de conocimiento y no solamente  la  entrega-recepción del mismo.  

Insistiendo en el punto inicial,   el proceso  del  aprendizaje  ha sido investigado desde una perspectiva  psicológica,  social,  neurológica y emocional, sin embargo   esta  vasta investigación no ha sido suficiente  como para  que  haya  llegado a su fin. Siendo  el proceso  educativo una  actividad  humana,  es  tan  cambiante  como  lo  es  la  sociedad.  

Un  importante  elemento del  aprendizaje  que ya ha  sido discutido  por autores como  Paulo Freire  y  Edgar  Morin,  pero   no ha sido incorporado plenamente  en la práctica  educativa  cotidiana,  es el desaprender.  Hemos  prestado  tanta  importancia  al  aprendizaje  que no  le  hemos  dado suficiente  espacio  al   desaprender. 

En la  actualidad,  la pandemia  de covid-19 ha  transformado  nuestro ritmo de vida  drásticamente y demostró  que  desde hace  tiempo,   pero ahora  más que nunca   es   indispensable    renovar nuestra práctica educativa. Esto implica  desaprender  las  tradicionales formas  de  enseñar  y de aprender. Esto implica  desaprender  las  estrategias  y  herramientas  de evaluación,  desaprender  las  competencias  e  indicadores de  logro, para poder   incorporar en nuestro  desempeño  docente educativo nuevas  metodologías  de  enseñanza y  de evaluación,  nuevos parámetros, nuevas herramientas  on line  y  off line  y  sobre todo   una  actitud  docente  que  humanice más  que nunca  el acto educativo,  porque  en la educación virtual  se corre el  riesgo  de  sucumbir ante  la  frialdad  de las pantallas   y  los  teclados. 

Aprender a desaprender  es  algo que debimos  haber aprendido  desde siempre, pero nunca es tarde para empezar. 

Marco Morales Figueroa 

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