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De fanatismos y fundamentalismos atrofiados



(I)

Hace tiempo que tengo una idea rebotando en mi cabeza. Golpea incesantemente de un lado a otro y me roba la tranquilidad. Como lo he dicho ya, la gente en su mayoría es estúpida y en su mayoría es presa del miedo en todas sus formas. Uno de esos miedos es el miedo a lo desconocido, a lo diferente, a lo incomprensible según los parámetros actuales de comprensión o incomprensible según las limitaciones de cada uno.

El miedo a lo desconocido, cuando se nutre de la estupidez y de la ignorancia voluntaria y se oxigena con la credulidad ciega y el dogmatismo, da paso a los fanatismos y a los fundamentalismos ideológicos en todas sus expresiones: políticos, religiosos, académicos, culturales y raciales. Amén de todas las variantes posmodernas que van apareciendo.

Como ejemplo de fanatismo podemos mencionar al neofeminismo sorosiano, llamado feminazismo por sus detractores, que oculta su naturaleza patriarcal y machista tras la fachada del feminismo histórico y que en su variante más extrema no se diferencia en nada de una tropa de hooligans ebrios.

Dejaré el ejemplo hasta aquí porque no me interesa polemizar al respecto de ese tema pues no me apetece correr desnudo entre matas de chichicaste y hierbamala (Euphorbia acotinoides). Si bien que lo que tocaré equivale a saltar sobre la hoguera con la ropa empapada en gasolina: el fanatismo y el fundamentalismo religiosos.

Vale aclarar que como es un tema extenso, entonces, trataré de ser breve. La diferencia básica entre el fanatismo y el fundamentalismo es el grado de conocimiento doctrinal y su similitud más evidente es la ceguera mental de quienes los practican.

El fanático religioso repite el discurso de sus líderes sin llegar a conocer la doctrina de la religión que sigue, si su cura, pastor, imán o gurú le dice que algo es pecado, lo asumirá así y buscará que todos cumplan las normas de sus guías. El fanático no razona, es emoción pura, o ama u odia, o afirma o niega, pero no duda ni contradice porque carece de los fundamentos de conocimiento necesarios para contradecir argumentando, para considerar una visión alterna, para plantearse preguntas propias, para valorar con conciencia las afirmaciones de sus líderes. Es ciego y lo llevan de la mano.

El fundamentalista por su lado es un versado en la doctrina de su religión pero su estrechez mental le impide considerar cualquier otra interpretación de esa doctrina como una posibilidad alterna. La interpretación que le fue transmitida con el conocimiento que porta consigo deviene en dogma absoluto y todo aquel que lo contradiga está en error garrafal y es hereje; y todo aquel que asuma una visión interpretativa nueva se convierte en apóstata ipso facto. El fundamentalista es una máquina entrópica que usa sus emociones para impulsar su razonamiento (su celo lógico) y éste para alimentar sus emociones (su celo reaccionario).

Hay dos tipos de fundamentalistas, el autodidacta referencial y el académico. El primero aprende la técnica hermenéutica (interpretación) tomando como referencia a sus líderes y hace uso de su razonamiento natural para justificar el cumplimiento de su interpretación, toda justificante que refuerce el dogma que sigue es considerada señal de la voluntad divina.

El fundamentalista académico es aquel cuya técnica interpretativa le fue dada por una institución especializada: un seminario católico o evangélico o de la religión que siga; o una universidad religiosa. Su razonamiento no es natural sino que sigue los patrones de una escuela filosófica o corriente de pensamiento determinada. Su ceguera mental es voluntaria pues a pesar de que su formación le ha provisto de maravillosas herramientas de pensamiento lógico que lo harían cuestionar el dogma que sigue, se niega a usarlas para racionalizar su doctrina y en cambio retuerce toda lógica para favorecer la permanencia de su dogma pues cree que esa es su utilidad y misión en este mundo.

¡Qué aburridera con este tema!, pensará el lector, pero si no fuéramos tan complicados no habría necesidad de aclaraciones. De paso les recomiendo la obra maestra de Umberto Eco, El nombre de la rosa, en el que se personifica muy bien a los fundamentalistas académicos.

Dicho esto, pasemos a las versiones atrofiadas de fanáticos y fundamentalistas en Guatemala. Y digo atrofiadas (sucedáneas, en términos de corrección lingüística; chafas, en lenguaje más coloquial) porque nuestras versiones locales de todo lo que copiamos del mundo no son nunca perfectas, para ventura o desventura nuestra.

Nuestros fanáticos son fanáticos de domingo y sus fanatismos, fanatismos de manada. Entre semana su laicismo es proverbial y su capacidad de contravenir sus propias creencias alcanza niveles legendarios. Su propio pecado es siempre perdonable y el de los demás, un pase seguro a las llamas del infierno, no sin antes pasar por el respectivo linchamiento social que muchas veces acaba en linchamiento comunitario, porque "es lo que Diosito quiere", porque así está escrito en la Biblia, porque hay que limpiar la comunidad del pecado.

Podría señalar la hipocresía de evangélicos y católicos usando la misma Biblia, pero por ahora me interesa más el aspecto social y político de estos fanatismo y fundamentalismo. Nuestros fanáticos y fundamentalistas son manipulables hasta el grado de la repulsión.

A los fanáticos se les enseña que el Reino de Dios está en peligro y que es su misión defender al desvalido, débil, e incapaz Dios al que sirven. Que los derechos humanos y la ciencia son entes demoníacos que buscan esparcir el Reino de las Tinieblas.

En las redes sociales se puede ver el ataque frontal que las iglesias evangélicas y la curia católica tienen en contra del Procurador de los Derechos Humanos, a quien acusan de querer convertir en homosexuales a todos los varones del país (el argumento No tiene fundamento científico), de ser el responsable del cierre de los centros de culto (el argumento no tiene fundamento legal), y de ser malo porque es adorador de Satán (un argumento estúpido de gente estúpida). Incluso piden su destitución.

Y los fanáticos lo creen, y dicen por la radio que las muertes por covid-19 son culpa de las estadísticas, porque el pastor les dijo que "Dios castigó a David con plaga por hacer un censo y puesto que ahora se está contabilizando enfermos y muertos, Dios agrava el virus.". Inverosímil pero real, tanto que un grupo de parlamentarios encabezados por el partido de Zury Ríos, hija de un genocida fanático-fundamentalista, exige que se habrán los centros de culto porque "son más necesarias las iglesias que los hospitales" .

Discursos más apropiados para el oscurantismo que para la época en que se ha conquistado el espacio y la tecnología nos permite comunicarnos a cualquier parte del globo en cuestión de segundos. Sin olvidar que todos los "sanadores" católicos y evangélicos fueron incapaces de curar un sólo caso de covid-19, y que en su mayoría, las mega Iglesias y las parroquias más ricas mostraron su lado mezquino e inhumano, no fuera a quedarse pobre Dios.

Desde curas rebeldes con procesiones no autorizadas y sin usar la mascarilla obligatoria hasta pastores reuniendo en secreto a sus congregaciones, todos ellos subvirtiendo a la población a desobedecer la ley, todos ellos denominándose mártires de Jesucristo padeciendo por la causa del Evangelio, cuando en realidad la prohibición de reunión tenía fines profilácticos antes que de censura de culto religioso.

Y la guinda sobre el pastel la ponen los pobladores de Santiago Atitlán, y más específicamente los fanáticos de una congregación dirigida por un autodenominado "Apóstol" que atentaron contra el alcalde de la localidad, a quien consideran responsable del cierre de las iglesias locales. Mucho amor de Cristo no había en ellos ni en sus líderes que impávidos ante la conmoción no llamaron a la cordura.

Y es que los fanáticos y los fundamentalistas son la gallina de los huevos de oro de los dirigentes religiosos y fuente ilimitada de sus fortunas personales, ya sea que estén detrás de una congregación de la doctrina de la prosperidad o de una hermandad exclusiva, selectiva y excluyente.


Prometí ser breve y me extendí ya bastante, el tema es largo y debe desglosarse y es lo que haré en futuras entregas.

Continuará...

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