Recuerdo cada día los pasillos del mercado, los recuerdo siempre. Antes de dormir y al despertar. Y¿cómo para qué lo quisiera olvidar?
La vida es eso que le va dando sentido a la existencia en este lugar. Y los pasillos del mercado son esa cobija en el frío o frescura en malestar.
Siempre andaba en pantaloneta, era mi identidad. Corría jugando tenta, acelerando sin frenar. Las pasas fueron mi primer empalago y las frutas de la costa; la felicidad.
Recuerdo los pasillos cual si hubiese sido ayer. puedo cerrar los ojos y volver a acelerar. Puedo amarrarme solito las cintas de mis zapatos y ver orgulloso a mi papá.
Me corría todo el mercado, pasaba a visitar cualquier lugar. Por todos lados conocían la amabilidad de mi mamá y mi papá. Aprendí a amar a la gente y su cotidianidad, me enseñaron a amar la esencia de la humanidad.
Amé y fui amado en varios idiomas y colores, me dieron frutas y sodas por sentarme a escuchar historias. Me compartían parte de su vida mientras iban formando la mía.
Aprendí a no tener miedo, me enseñaron a no tener miedo. A confiar y dar confianza. Me enseñaron qué era la amistad y ni siquiera podía escribir la palabra
Ahh, cuanto te amo Mercado de Chimaltenango. Al ser presente no eres anhelo. Me enseñaste de todo, me enseñaste a reír, me enseñaste la música, me enseñaste a compartir.
Seré tuyo hasta el último momento porque me enseñaste el mero secreto, que el único miedo, tendría que ser; el miedo a tener miedo.
Fotografía: Limonar de mi casa. Zona 2 de Chimaltenango, a veinte metros del mercado.
Rola recomendada para la lectura


Me encantó , pensé que era un ensayo o un texto similar, pero me ha sorprendido por completo, estos versos me conmueven.
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