(3 de septiembre 1940)
Hablar de Galeano
es referirse a un grande de las letras, a un hombre sencillo, a un escritor de
pluma suave, pero contundente, y suave no porque escriba bajo un lenguaje
simplista como algunos de sus detractores lo han señalado, sino porque él mismo
describe su estilo de escritura enmarcado en el lenguaje de la brevedad que
consiste en decir mucho en pocas palabras. En sentipensar, la capacidad de
sentir pensando y pensar sintiendo, sin divorciar la razón del corazón.
Considero que su pluma es suave y a la vez contundente, porque quiere llegar a la consciencia de aquellos a las que su historia les ha sido arrebatada y explicar de forma sencilla, pero a la vez dejando ver su posicionamiento político, de cómo ha sido la historia de despojo de América Latina.
Galeano es un escritor crítico, de hecho muy crítico hasta con él mismo lo cual es una cualidad admirable, es curioso, irónico, sarcástico, características que mostró desde niño, pues recuerdo una de las anécdotas que gustaba contar, era aquella referida a que su maestra estaba explicando el “descubrimiento” de América y les contó cómo los españoles habían descubierto un lago y Galeano muy congruentemente pregunta ¿acaso los indios eran ciegos?
Vemos cómo ese sarcasmo lo acompaña en el transcurso de su vida y de su obra.
Es crítico porque él mismo se atrevió a criticar su obra cumbre y más conocida, traducida a más de 20 idiomas, “Las venas abiertas de América Latina” y no porque se retractara de ella como muchos malinterpretaron, sino porque aceptó no tener la suficiente madurez política y bagaje o conocimiento sobre economía política para escribirla, sin embargo, es una obra que todavía es muy leída y lamentablemente todavía refleja la realidad de Latinoamérica.
Su Legado…
Está por demás decir que es un escritor prolífico y versátil, respecto a lo primero, vemos que empieza a publicar desde muy joven y tiene muchísimos libros en su haber y, respecto a lo segundo, por algo es que hay quienes han intentado clasificar sus libros en un género literario específico, sin resultado satisfactorio alguno, porque en ellos podemos encontrar poesía, ensayo, novela histórica, relato breve en los que desbordan temas como la nostalgia por la patria ultrajada debido a la bota militar y a las dictaduras, violencia política, situación social y cultural de la América Latina, pobreza, miseria, desigualdad, derrota, experiencias desde el exilio, también aparece el amor, el desamor, pasajes oníricos, odas a las amistad y a sus relatos ocurrentes de la creación, de pláticas nocturnas, de noches de desvelo, de la añoranza por un mundo mejor y del llamado a la justicia y a otorgar voz a quienes han sido acallados por la historia oficial.
Refiere de manera especial el caso de Guatemala en su trabajo periodístico en los meses de marzo y abril de 1967 con 26 años de edad, “Guatemala país ocupado”, señalando que este fue el primer laboratorio experimental de Estados Unidos de su invasión y extractivismo; en su libro se reviven sus aventuras, desventuras, andanzas y anécdotas en tierras guatemaltecas, en medio de un ambiente de persecución política, militar, injusticia social y lucha armada. Tuvo la oportunidad de explorar la montaña y conversar de cerca con miembros de las FAR y por correspondencia con el MR13.
Galeano hace un llamado fuerte y altivo, a través de sus libros, para releer la historia, incluso él mismo mediante su trabajo de documentación bibliográfica se atreve a reescribir la historia no contada, a develar a la otredad que ha sido eliminada o minimizada en los libros oficiales de historia universal.
Recordarlo es caminar junto a él con sus palabras andantes, en sus días y noches de amor y de guerra, es revivir su pasión por el fútbol, es revivir sus amares y sentipensares, es sentir su abrazo leyendo el libro de los abrazos, es darle un vuelco a la historia para reescribir una historia casi universal con sus distintas memorias del fuego, es convertirse en vagamundo para pronunciar un nosotros decimos no ante la injusticia, ante un ser como ellos.
Es convertirnos en hijos y mujeres de los días para relatar nuestra propia historia, es ser cazadores de historias y memorias. Es ser la consciencia que yace despierta en quienes anhelan y buscan el inagotable sentido de justicia, libertad y amor.
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