Compañeras, compañeros.
Muy buenos días.
Se conmemoran ciento noventa y nueve años de la firma de la independencia de guatemala. Así nos han impuesto algunos, sino es que la mayoría de libros de historia de guatemala que se utilizan en el decadente sistema educativo nacional guatemalteco.
Pertenecemos hoy en día, a un Curriculum Nacional Base que se encarga de contar la historia de unas cuantas familias. Una historia de criollos (ascendientes terratenientes de españoles nacidos en américa, herederos de quienes invadieron el continente americano desde aquel mil cuatrocientos noventa y dos hasta mil ochocientos veintiuno)
Fueron trescientos años que mantuvieron el control económico a través de la agricultura de exportación a través títulos de tierra en américa dictaminados desde españa. Si, así como se escucha, antes de salir de españa ya eran dueños de tierras acá. Y así, estás familias que también fueron creciendo en número, sirvieron a la corona española hasta mil ochocientos veintiuno.
Quisiera acotar, compañeras y compañeros. Como en la actualidad, hay quienes van a estados unidos a través de un avión de compras con visa, hay quienes también viajan en busca de un empleo en maneras que muy bien conocemos. Igual en aquellos años, muchas personas españolas vinieron a probar suerte, he ahí la fundación de muchos pueblos de familias españolas que ostentaban de escaso poder adquisitivo económico y material, mucho menos injerencia política como lo tiene la anterior clase social mencionada.
Pero, que en las épocas de transición de la colonia al estado nacional jugarían un papel preponderante que marcaría el curso de la historia del país.
Las familias criollas pertenecientes a la oligarquía del país, aquellas familias que por ejemplo tenían títulos de hidalguía. Gente que no compró las tierras, sino las usurparon a sangre y sufrimiento de la gente kaqchikel, si hablamos de nuestro contexto. Y, que en aquel momento tenían a su merced tanto a gente española, kaqchikel, kiche, negra, mulata, entre otras culturas que tenían por común el ser una especie de gente esclava por el trato en las fincas y sobre todo la condición económica, el poder adquisitivo, el acceso a la tierra, la paga escasa o nula en la mayoría de los casos.
Diferentes colores, diferentes idiomas, diferentes voces, mismo sufrimiento. La misma segregación existente en la actualidad. Y, que eso si, aún mantiene este país que es un pastel de fincas.
Dichas familias fueron las primeras en ingresar a la universidad de san carlos de borromeo. Una universidad eminentemente católica para la élite española, principalmente peninsulares y familias criollas. Recordemos que la Universidad de San Carlos fue fundada en mil setecientos setenta y seis, cuarenta y cinco años antes de la independencia ciolla ante la corona española. En américa han existido universidades desde mil quinientos ochenta y seis, la primera fue en Ecuador. Una universidad católica que tuvo contacto con las ideas liberales provinientes de europa hasta los inicios del siglo XIX y que adopta las ideas liberales porque ve en ellas la salida para ya no tener que tributar a la corona española en definitiva y poder quedarse con todas las ganancias de la explotación a los grupos sociales antes mencionados. Un conservadurismo tajante, amante del modelo finca agroexportador como modelo de acumulación de riqueza, que aliado con la iglesia católica en aquel momento pudieron tener a toda la población pobre en un lugar de confort, aceptación o resignación de su condición de clase.
y algunas familias ladinas de clase media
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