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Décimo piso

“Sigo convencido de que con la seriedad puesta como una peluca no se va nunca demasiado lejos, y que la sonrisa sigue siendo la mejor vitamina para impulsar las inteligencias y los machetes. Una (- - - -) que no salve la alegría por debajo o por encima de todos sus valores esenciales, está destinada al fracaso, a la lenta parodia de lo que no llegó a ser;”

 

-          El creador y la formación del público – Julio Cortázar 

 

 

Dedicado a B. C. y a mis amigos (por su culpa)



        Hay cosas hermosas en la vida pero, nada como asignarse la última retranca de la carrera, dedicársela a los amigos, gracias a ellos (por su culpa) toca otro examen, el último. 

        Comprar el folleto de la primera tarea, pasar pagando deudas con Lester y endeudarme, agradeciendo que no estaba Mánuel porque me hubiese endeudado aún más. Estos, mis dos maestros, son de los que venden libros fuera del edificio. Pero, no de su autoría y muchas veces ni de su gusto, la mayoría de veces para ser exactos. Lester era de literatura vampírica (aún no sé porqué) y Mánuel de literatura medieval (ahora sé por qué). 

        Entrar a clases, ver a Hanna Arendt en un stencil de dos metros que lo único que hizo fue recordarme del séptimo y sus respectivos sufrimientos, nostalgia del recorrido de ya nueve pisos. Comprar el cigarro de a quetzal, y armar el otro que se mata con la tribu
. Conocer alguien en el último sillón del bus, irnos sentados en la llanta.

         Maria Luisa y control académico, la oficina para asignarse que ahora ya no tiene el poster de Marx pero si un calendario de Colgate y escuchar su voz, verlo escribir en el pizarrón, hablar, resolver dudas, dar el menú del semestre, reír.

         Semejante homenaje a la vida y al conocimiento será siempre la búsqueda de la creación y el análisis del efecto de lo creado. Cuanta vida, cuánta ganancia a costa de una sonrisa. 


Introducción; el conocimiento del conocimiento.

 




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